Un tarde sentada en mi oficina, en uno de esos días en que todo parece ir en contra mía, cuando veo las cosas más negras de lo que son, me hice la pregunta: ¿Kenise por qué sufres siempre por todo?
Intentando contestar esta pregunta, surgieron muchas ideas, entre ellas la creencia: “No se puede ser feliz siempre, la felicidad es un estado momentáneo”. Pero la preocupación y el estrés que esto me causaba, que en teoría también debería ser efímero, se había convertido en mi estado natural; pasaba preocupada y sumida en sufrimiento la mayor parte del día y eso era lo normal para mi.
Ante esta contradicción decidí hacer un experimento personal para empezar a entender el sufrimiento. Elegí una situación estresante de mi vida y esto fue lo que descubrí:
En mi empresa, mi equipo de gerentes y yo estuvimos trabajando tres meses por conseguir un contrato importante. Invertimos mucho esfuerzo y trabajo pero aún así, nuestra oferta fuer rechazada. En ese momento comenzaron mis pensamientos de culpa, frustración, ira.
Como parte del experimento me propuse ver mi sufrimiento de cerca y realmente notar que era aquello por lo que sufría. No sufría porque no nos adjudicaron un contrato:
- Sufría porque no era lo que yo quería que pasará
- Sufría por lo que iban a pensar los demás.
- Sufría porque pensaba que debía haber hecho más.
- Sufría por dudar si estaba preparada o no para liderar mi empresa
- Sufría porque no íbamos a cumplir con el presupuesto de ventas.
- Sufría porque no quería sufrir.
A partir de esta experiencia puedo compartirte mi aprendizaje.
Sufrimos porque nos negamos a sentir lo que sentimos y a experimentar lo que experimentamos.
Sufrimos cuando nuestras expectativas no se
cumplen, pensamos que el resultado va en contra de lo que estamos supuestas a
lograr. Pensamos que no es lo que
“debería” suceder o no es lo que los demás esperan. Los juicios a nosotras
mismas son los que nos generan sufrimiento.
Creamos una identidad, él como queremos que los demás nos vean, y luchamos por lograrlo. Pocas veces cumplimos nuestros propios estándares de ser: la mejor madre, la amada esposa, la profesional perfecta… y sufrimos.
Nos llenamos de incertidumbre por no saber que nos deparará el futuro. Creemos que debemos controlar todo para que los resultados se den como deseamos y cuando no se dan, aparece la culpa… y sufrimos.
Entender que el sufrimiento era creado por mi, por los juicios que me hacía a mi misma, que era un hábito aprendido, me dio la posibilidad de hacerme cargo de él, de estar abierta a explorarlo, a percibir cómo y por qué se manifestaba el sufrimiento en mi vida. Esto me llevo a encontrar ese lugar donde es posible aceptar que la vida “sucede” y que yo me encargaba de darle el sentido que quería.
Ahora ya no veo el sufrimiento como algo normal y ¡decidí dejar de sufrir!
Permíteme ayudarte a “entender tu sufrimiento” y cambiar la creencia de que es algo normal en nuestras vidas. Verlo como algo opcional puede lograr que tu vida se llene de bienestar.
Contáctame ahora, juntas lo podemos lograr.